Plasencia. Siglo XVI

Plasencia. Siglo XVI
Luis de Toro, médico e historiador

martes, 26 de mayo de 2015

D. Calixto Payan y Vargas (II)

            Permanecí durante un rato largo callado, absorto en lo que acababa de leer. Miré entonces por la ventana hacia el busto del Marques, y mis sentimientos afloraron, quise conocerle y descubrí a un gran hombre, quise saber y aprendí de él el  valor de la humildad, quise averiguar y hallé su huella.
            En estos sentimientos me encontraba cuando me vino a la memoria esa frase de Antonio Machado, cuando decía: "... que había dos clase de hombres: los que  viven  hablando de virtudes y los que se limitan a tenerlas..."   En verdad que este hombre las tuvo.
            Recuerdo una imagen desde muy niño en aquel querido colegio de "San Calixto", situado en la calle del Rey, entonces con el número 21 y casa del marqués. La cual, se ha repetido en mi vida y en muchos momentos he sido fiel testigo de aquellos hombres ya entrados en años, cuando depositaban en el pequeño patio de colegio en donde se hallaba la estatua del marqués, unos ramos de flores y veía como brillaban en sus ojos sus lágrimas y la voz entrecortada cuando cantaban el himno de la Constancia.
            Hombres, para los que este fundador, fue el padre que nunca tuvieron y que al ser acogidos bajo su protección, fueron educados e hicieron de ellos, unos hombres de provecho.
            Éstos eran y fueron, nuestros queridos "CALIXTOS", hombres huérfanos para los que este fundador, fue el padre que nunca tuvieron .
            Asimilé la labor de tantos hombres que lucharon por conservar este legado y la abnegación para servir a los demás, dirigiendo esta obra, intentando hacerla mayor. Para ello, cuando el edificio principal, se iba quedando pequeño, los canónigos (sacerdotes) de la catedral o profesores del seminario que dirigían este centro, junto con los patronos de la fundación, decidieron acoger a más alumnos con dificultades y para ello, desearon edificar un gran centro en 1886, que tu hoy conoces como la Universidad. Sí, no te sorprendas, fue nuestro centro, aunque nunca se ocupó, ya que fue vendido al Ministerio de la Guerra  en 1920.
            Aprendí, como los miles de alumnos que ya han pasado por este centro, tanto internos, que vivían dentro del colegio de la calle del Rey, nº 21, como externos: la entrega, el servicio, la humildad y la devoción a María que nos fue enseñada a partir de 1943 por una Institución, de entrega abnegada hacia los demás y que nos dejaron una forma de ver la vida y de compartirla, me estoy refiriendo a la Institución Maristas y al ejemplo que durante 43 años nos mostraron unos hombres, que todavía hoy, recordamos a pesar de dejarnos en 1986.       
            Comprendí en el presente actual, que teniendo como patronos de la fundación “Marqués de la Constancia”, al Sr. Obispo de Plasencia, como presidente, y vicepresidente, la Alcaldesa de la Ciudad. Al titular colegio, la Sociedad Cooperativa, fundada por padres del centro en 1984 y a la Asociación de Padres/Madres, al Profesorado y  Alumnado, que  tenemos que sentirnos orgullosos de pertenecer a este Centro y afrontar con honor y valentía esta historia tan llena de huellas imborrables y cargada de tanta humanidad.
            Sin olvidarnos del pasado, sabemos que todavía hoy en el presente, hay necesitados, tal vez, no haya huérfanos, pero si muchos alumnos/as con dificultades, unas académicas o económicas otras personales y por ello, nos necesitan.
            Además, descubrí que no puedo convertir mi trabajo en este colegio de “San Calixto”, en un solo medio económico, sino que existen  muchas historias, historias  de miles de hombres y de cientos de mujeres a las que  debo en su memoria, honrar, transmitir y  hacerme valedor suyos,  porque si no, alguna vez la propia historia interna de este centro educativo, me lo reclame.

“...Que allí donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya discordia, ponga yo unión; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya duda, ponga yo fe; donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya tinieblas, ponga yo luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría...”
 Alfonso Párraga Sánchez.
(Uno de tantos)


(Continuará)

sábado, 9 de mayo de 2015

D. Calixto Payan y Vargas (Parte I)

A LA MEMORIA DE UN HOMBRE ILUSTRE Y BONDADOSO

Hace ya algunos años quise saber del hombre que hace posible que cada día se cumpla mi ilusión: la de educar, el de estar al lado de mis alumnos/as, el sentirme orgulloso de compartir con ellos, el saber,  la entrega y el entusiasmo.
Para ello, recurrí a todo tipo de información, oral u escrita, pero sólo me daban pinceladas de esa persona y sin embargo, esperaba más, mucho más. Por último, me acerque con cierta ansiedad al último rincón que me quedaba por desentrañar y a pesar de mi esfuerzo, no encontraba nada, hasta que descubrir un manuscrito detrás de unos libros, lo cogí y sentí un cierto sobresalto, soplé y el polvo invadió la sala, lo abrí y comencé a leer:  “Badajoz 14 de octubre de 1779 mi amigo Calixto acababa de nacer. Sus padres: don Felipe Payan Rubio, natural de Torrecilla de Cameros (Logroño) y su madre doña María de la Candelaria y Laguna natural de Plasencia que  procedía de una de las familias nobles de la ciudad, los “Vargas”, que dio a esta tierra y a  Extremadura, hombres ilustres: como el obispo don Guitierre Vargas Carvajal o don Vicente Vargas Laguna, mariscal de campo de los Reales Ejércitos de su Majestad o a don Antonio Vargas Laguna, embajador en la Santa Sede. Ambos eran tíos de don Calixto.
Recibió su bautismo en la Santa Iglesia Catedral de Badajoz, el 17 de octubre de 1779 con el nombre de Calixto, José, Antonio y Ramón Payan y Vargas.
Mas tuvieron que pasar muchos años hasta que nos conocimos pero aquel día, fue muy especial. D. Calixto era ya el II Marques de la Constancia y había tenido que venir a Plasencia, para hacerse cargo no sólo de la herencia de su familia sino además de sus 3 hermanas (Agustina, Dolores y Francisca) y de Antonio, el único hermano que le vivía ya que José había fallecido muy joven.
Nuestro encuentro tuvo lugar el 13 de julio de 1830, cuando el marques contaba ya 51 años de edad. Su ama de gobierno, doña Soledad Peroni (con quien luego se casaría el 28 de julio de 1863 cuando ya contaba 84 años de edad y doña Soledad 76 años, a las 20,20 horas en su casa y dentro de su  habitación), me había traído su carta citándome para esta fecha en su casa palaciega de los Vargas (esa casa me atraía muy especialmente no sólo por la belleza del edificio y sus vistas, sino también, por los hombres santos como San Pedro de Alcántara y obispos ilustres y letrados como don Gutierre Vargas de Carvajal que vivieron en ella)
Acompañado a su estudio por su ama, allí mientras esperaba, contemplaba las medallas de honor que don Calixto que había recibido durante su vida militar sirviendo en el regimiento de Caballería de Húsares de María Luis, durante la Guerra de la Independencia contra los franceses. Así como sus títulos militares, el de Teniente Coronel de Caballería del segundo Regimiento de Húsares de Extremadura. Posteriormente en uno de los muchos y grandes momentos que pasamos juntos, me comunicaría que estuvo prisionero más de un año en Badajoz y de ahí su salud endeble (que le acompañaría hasta el final de su vida).
Del primer encuentro recuerdo la amabilidad y la educación con la que me recibió y la confianza que me demostró al hacerme valedor de llevarles todas sus cuentas y sus asuntos familiares, incluso con el tiempo tuve que firmar en su nombre, ya que don Calixto Payan y Vargas, II Marques de la Constancia y Vizconde del “Barrado”, padecía una enfermedad nerviosa, con tos y calenturas que en muchos momentos le impedía moverse.

domingo, 3 de mayo de 2015

LA EDAD MEDIA PLACENTINA (I parte)

Si bien es cierto que los “hechos históricos” son una producción historiográfica en el sentido de que no existen en estado puro sino que son creados por el historiador en su proceso de trabajo, a partir de aquello de lo que las fuentes le informan; Información que, por otra parte, es obtenida a través de la interacción que ambos elementos- historiador y fuente establecen desde sus respectivas posiciones (Bermejo, J.C., 1987, pp.75-104) y en esta reflexión hacerles llegar hoy aunque sea en pinceladas históricas, momentos que quedan reflejados en esta época del siglo XIV, sin duda un siglo difícil en todos los sentidos, económicos, políticos, sociales... y más si cabe, cuando el ideal caballeresco ha cambiado una vez que las grandes conquistas militares han terminado y ahora estos mismos caballeros, miembros de un linaje vuelcan sus ojos a los cargos que hasta ahora habían ocupado las gentes que el “común” elegía en sus respectivas colaciones o parroquias ( San Martín y el Salvador), creando un patriciado urbano a finales de este siglo y contando además con la Instauración por parte del rey castellano Alfonso XI del regimiento (45 de San Esteban) que llevaría a la nobleza placentina a un continuo enfrentamiento de intereses como veremos.
            El siglo comienza para nuestro concejo con unos enfrentamientos por conseguir espacios en donde poder obtener nuevas fuentes de ingresos, nuevos mercados y para ello, tendrían que chocar con una orden militar que controlaba el puente en donde se bifurcaban dos de las más importantes vías de penetración hacia el norte de nuestra región, una hacia el puerto de Jalama ( la Vía Dalmacia) y la otra hacia Honduras (Vía de la Plata), éste era el puente de Alconétar, que en esta fecha de inicios del siglo XIV, estaba bajo la tutela de la Orden del Temple, quienes de su transitada vía obtenían pingüe beneficios, citemos algunos  de los impuestos de montazgos que percibían además de los de portazgos:
1 caballo por cada 5000 que pacían en sus cañadas.
1 maravedí de oro por cada 5000 ovejas.
1 maravedí de oro por cada 50 vacas.
            Indiscutiblemente la rivalidad con la otra orden, la de Alcántara que tenía bajo su control toda la amplia zona oeste de nuestra región, pleiteaba por hacerse con la única encomienda templaria que quedaba tras la toma de Alcántara por parte de ésta y de los concejos de Badajoz, Cáceres y Plasencia. Por este cúmulo de intereses nos veríamos envueltos en unos enfrentamientos directos entre el concejo placentino y los comendadores templarios del puente de Alconétar que tantas muertes ocasionaron, y que el rey Sancho IV tuvo que emitir a finales del siglo XIII un diploma disponiendo el terreno que cada una de las partes había de poseer y los límites que señalaba para quitar contienda entre el concejo placentino y los Templarios de Alconétar.
Esta orden, reclamaba del concejo placentino dos casas que poseía en la ciudad, casas que debían estar situadas cerca de la puerta de Coria al ser esta unas de las zonas de primera construcción y mirando hacia el núcleo más cercano a esta ciudad placentina.
 La investigación histórica estriba en descubrir si esta reivindicación por parte de los templarios eran ciertas y de ser así habríamos de estudiar también hasta qué punto la iglesia de Santa Magdalena puede desentrañar algunas verdades o equivocaciones con respecto a sus peticiones, la hipótesis de trabajo no está en hacer creer que esta iglesia sea o no templaria, sino que necesitamos investigar su construcción, sus paramentos, su bóveda y otros elementos constructivos para clarificar aún más su origen, dadas la peculiaridades que tienen y su antigüedad, piensen que hasta el siglo XVIII esta iglesia ha tenido culto y servicio así como capellán.
Este largo proceso acabará tras la disolución de la orden en 1310 pero el puente y todo su alfoz pasarán años más tarde, concretamente el 18 de septiembre de 1327 a la orden de Alcántara.
Con respecto a su disolución del Temple diremos que el Papa Clemente V ordenó a los metropolitanos de Toledo, Sevilla, Santiago y Lisboa que se reuniesen en concilio provincial, aunque más bien fue una reunión, para indagar sobre la conducta de los templarios, con facultad de procesarlos y prenderlos, si se les consideraban culpables, puesto que habían sido acusados ante el pontífice de gravísimos crímenes. En cumplimiento de lo prescrito, el 21 de octubre de 1310 se reunieron en Salamanca el arzobispo de Santiago de Compostela y los obispos de Lisboa, Guarda, Zamora, Ávila, Ciudad Rodrigo, Plasencia (don Domingo) Mondoñedo, de Astorga, de Tuy y de Lugo. En donde compareció el maestre del Temple en los reinos de Castilla y León, Fray Rodrigo Yánez junto con los principales de su orden. Tras una serie de investigaciones la asamblea provincial declaró que no encontraban culpabilidad en ellos y, aunque según la comisión pudieran absolverlos, por la reverencia del superior, remitían al Papa la sentencia. (González Cuesta, F. 2002)
            Sin lugar a duda esta disolución tenía más una finalidad económica y política que social. Al final la gran beneficiada de esta disolución sería sin lugar a duda la orden de Alcántara.
Otra orden de caballería, la de Calatrava, ocuparía una gran parte del alfoz placentino ya mediados del siglo XIII al no contar Plasencia con la suficiente población para poblar la zona comprendida entre  Mirabel y Grimaldo, aunque la jurisdicción siguió perteneciendo al concejo placentino.