Plasencia. Siglo XVI

Plasencia. Siglo XVI
Luis de Toro, médico e historiador

lunes, 29 de junio de 2015

Poema: "Madres"

I
Si al mirar hacia delante
ves un inmenso horizonte,
paso a paso has de conseguir llegar.
II
Si el camino se te hace abrupto
y te cansas de andar,
no dudes en apoyarte
hijo, con quien contigo va.
III
Si al acercarte a un riachuelo
ves tú corazón  brillar,
no mires su hermosura
sino lo que dentro de él va.
IV
Si la fatiga te vence
en tu difícil  peregrinar,
acuérdate de otros
que sufrieron por llegar.
V
Si la sed y el sudor
aprisionan tu cuerpo.
despójate del que tienes
y no pienses en el qué dirán.
VI
Si un árbol con sus sombras
te invita a descansar
corre aunque no puedas
es que te quiere parar.
VII
Si al tropezar
 ves tú sangre brotar,
es señal inequívoca
 que estás a punto de llegar.
VIII
Si de tú caída dolorosa
brota una flor hermosa,
guárdala en tu pecho
es un don que Dios te da.
IX
Si al amor te sientes llamado
abre el corazón al viento,
y acéptale como el único
que te puede librar,
X
Si en tú caminar encuentras
un gran pico, mano a mano
sudor a sudor, le has de escalar.
XI
Si al final las fuerzas te flaquean
y tú mente se rebela
por tanto sufrir y llorar.
XII
Acuérdate de las alegrías
que en tú vida sentiste
junto a mí, tú madre.
XIII
Sigue hacia adelante hijo,
no llores mi ausencia
porque  tú  madre, 
a tú lado siempre estará.

                   Alfonso Párraga Sánchez.

A ti mamá

Hace ya tres días que te fuiste mamá y las lágrimas todavía nos empañan el rostro, pero queremos ser, como tú nos enseñaste y debemos a pesar de nuestra tristeza y dolor, hacer llegar nuestras palabras de agradecimiento en primer lugar, a todos aquellos profesionales tanto de la UCI en Cáceres como del servicio de urgencias y de la plata 5ª de hospital de Plasencia por sus muestras de cariño hacia contigo y hacia nosotros, especialmente a ti Marisol. Gracias.
En segundo lugar, a todos aquellos que nos habéis acompañado en los momentos de dolor y que con vuestras palabras y consuelo, habéis hecho un poquito más llevadero todos estos momentos tan difíciles. Gracias.
En tercer lugar, a todos sus vecinos y vecinas del barrio viejo de la Data que tanto cariño la distéis y que acompañasteis en su último camino.
Y por último a tí mamá, la más bella de todas las mujeres, la más cariñosa, la que se fue sin quejarse, en silencio como no queriendo molestar. La que con su ejemplo, nos enseñó cómo debíamos: respetar, querer, amar, comprender y compartir con los demás. La que ha sabido darnos un modelo de vida y ha sido un ejemplo constante para sus nietos y nietas. Gracias mamá y siempre te seguiremos queriendo.
Por tantas y tantas cosas que nos distes ahora te dedicamos este poema escrito para ti y que muestra como nos enseñaste en esta vida y tan profundo fue tu ejemplo que ha  calado en nuestro interior, como forma de ser y de vivir.

 Plasencia 29 de junio 2015

Poema: "Las madres"

viernes, 12 de junio de 2015

LEYENDAS EXTREMEÑAS.

LA LEYENDA DE RACHA RACHEL O EL CASTILLO DE PEÑAFIEL.
(Extraída del libro de Rafael Alarcón: “La otra España del Temple”. Ed. Martínez Roca)

Cuenta la leyenda que por esta tierra nuestra de la alta Extremadura, entre la sierra de Gata y la frontera portuguesa, se encuentra el río Erjas y, sobre una de sus riberas existe un pico en donde se halla el castillo de Peñafiel también llamado de Racha Rachel como así se le conocía en tiempos de moros y templarios. Era en esta época llena de mitos, de leyendas, de caballeros andantes y de hechiceros, cuando existía una gran nigromante llamada Miriam, la “egipcia”, quién vivía en un palacio subterráneo encantado y que acostumbrara a quienes por allí merodeaban, llevárselo por medio de poderosos hechizos, haciéndoles servidores suyos y manteniéndoles a su lado mediante encantamientos.
En una de tantas incursiones que los caballeros cristianos hacían en tierras moras, nuestro joven e ingenuo caballero templario, Leafar, envuelto por los encantos de una bella doncella que resulto ser la temible hechicera quién por medio de reclamos mágicos lo atrajo al interior de fatal morada. Allí permaneció el joven durante largos años, sirviendo como uno más, a veces como criado y otras como juguete de nuestra hechicera.
Cuando nuestro caballero estaba a punto de rendirse a tal fatal destino, llegó al palacio encantado una joven mora de nombre Rachel, cuya belleza había cautivado a nuestra bruja sin saber que ésta iba a ser su perdición.
El amor inundó los corazones de ambos jóvenes y esta fue la fuerza para su libertad. Durante años el joven templario había ido sustrayendo cada día un poco de oro que la bruja atesoraba, escondiéndolo bajo una piedra del bosque donde solía ir en busca de leña o caza sujeto a una cadena invisible que lo aprisionaba.
Con una parte de dicho oro, el caballero forjó un anillo y lo puso en el dedo de la hermosa Rachel, al tiempo que pronunciaba una fórmula mágica que había leído en los libros mágicos de Miriam, pero que a él no le había hecho efecto, sin embargo la joven mora quedó desencantada pudiendo huir y con el oro sustraído Rachel construyó un castillo sobre la peña más alta que dominaba el río. Se dedicó a estudiar todas las ciencias con un propósito liberar a su amado Leafar. Éste entre tanto había logrado adquirir de la biblioteca del palacio encantado todo el conocimiento mágico y plasmándolo en unos libros que entregó de forma oculta a Rachel quién seguía libre a pesar de los intentos de encantamientos de nuestra bruja, gracias al anillo de oro y a su hechizo.
Ésta envió con un gato sabio a nuestro joven la fórmula para romper su encantamiento; el caballero la recitó en voz alta y entonces, el palacio, se deshizo y él se encontró en medio del bosque al lado de la piedra en donde escondía su tesoro. Sin embargo Rachel, se olvidó de comunicar al gato sabio el lugar en dónde ella se hallaba a fin de que su amado la encontrarse.
El caballero lleno de tristeza y de esperanzas iba preguntando a las gentes por los caminos: ¿Dónde está Rachel?, a lo que respondían “Racha Rachel, no sabemos quién es” y nuestro joven caballero se iba desconsolando hasta que un feliz día al atravesar un bosque de zarzas, descubrió no lejos una peña sobre la que se alzaba un castillo; en la linde del bosque encontró una dama a la que hizo su pregunta: ¿Dónde está Racha Rachel? Pues nadie sabe dónde está ni quién es”, a lo que la joven contestó sonriendo: ”¿Racha Rachel?, ella sabe quién es”, al tiempo que señalaba hacia una hermosa doncella sentada sobre una roca.
Cuando se acercó a ella, veloz por obtener la respuesta deseada, pudo ver que no se trataba de otra que de su amada Rachel, la cual iba cada día a esperarlo allí, pues sabía por las estrellas que ése sería el lugar de su encuentro.
Rachel y Leafar vivieron para siempre en el castillo, que en su memoria de la bella mora y de la fidelidad mostrada por su amado templario recibió indistintamente los nombre de Roca de Rachel y Peñafiel.
Todavía hoy en las noches de luna llena dicen que pueden verse sus espíritus vagando entre las ruinas; pues gustan de volver aquí para recordar los años de pasada felicidad, siendo tradición que si una pareja de enamorados logra verlos serán dichosos eternamente, como ellos lo fueron...

(Imagen extraída de: www.viajarporextremadura.com/)

lunes, 8 de junio de 2015

Extracto sobre linajes placentinos: Carvajales

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LOS CARVAJALES.-
    Sus miembros aparecen ya en la reconquista en la cuna asturiana de Covadonga, pues don Guillén González se casa con la hija de don Pelayo.
   Estamos en la Edad Media y ya en ese tiempo, los Carvajales ocupan pueblos de Cáceres, de Plasencia y de Coria. Por tanto en esas regiones aparecen las armas de los Carvajales, que, nada menos, proceden de la época de Cid.
  Dichos escudos o blasones presentan una evolución que podemos contemplar en los numerosos que existen en nuestra ciudad, el primero llega con don Diego González de Carvajal, setenta años después de su fundación y que traía campo de oro, con banda tal vez azul para que con posterioridad pasara a ser negro por los hermanos Carvajales muertos en la Peña de Martos por mandato de Fernando IV orlada con hojas de roble dado que la etimología de Carvajal viene de Carvallo, cuyo significado es roble.
    En Plasencia podemos contemplar estos blasones o escudos heráldicos en la Catedral, en el convento de las Claras, en la plazuela de San Nicolás, en la Puerta de Trujillo etc.
   Estos escudos también sufrieron modificaciones por casamientos con otros miembros de otros linajes como el de la plazuela de Ansano que pertenece a los Carvajales – Girón.
    Los carvajales acomodaron a sus hijos, en cabildos y monasterios,  en el concejo de la ciudad y en arrendamiento de las rentas por el paso de la Mesta o en parroquias valiéndose del derecho de patronato.
   El patrimonio de los Carvajales, es muy distinto de lo que gozaban los  caballeros en Castilla, en la Edad Media, a causa de los repartos sucesorios, máxime por parte de la esposa.
   Siendo la nobleza placentina de segunda fila, no llega a ocupar los puestos de la gran nobleza de España.
   Su línea de primogenitura no fue muy adinerada, si lo fue la de la mujer, de donde surgen grandes caballeros como los Grimaldo, Torrejón, Vargas etc., también presentan hombre de letras, obispos, cardenales, cronistas y puestos importantes en el ejército o en las órdenes de caballería.
  No todo era felicidad en esos linajes porque ha enfrentamientos, entre los miembros del mismo tronco familiar. Así vemos la lucha de los hijos de Monroy contra su primo Hernando de Monroy, el “Bezudo”.
 Cuando Plasencia pierde la condición de realengo en 1442 para pertenecer a los Zúñigas, aparece el estatuto de los desterrados, que eran los que no aceptaban la condición de que Plasencia fuera ciudad de señorío. Por eso las familias de los Monroy y de Torrejón con los Carvajales se enfrentaron a los primeros Zúñiga.
Con el paso de los tiempos los carvajales conseguirán unirse con los Villalobos, Vargas, Nieto, Girón, Loaisas etc...
   En esta época más que en otras surge la importante función de los testamentos y de las Capellanías, con la que la nobleza quería asegurarse el favor de Dios, mediante una buena muerte, amén de no disgustar a sus allegados, por tanto también la ejercieron los Carvajales que meditarían las coplas cantadas por Jorge Manrique escritas en pleno Renacimiento:

“Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por eso no nos engañen
pues se va la vida apriesa
como sueño;
y los deleitos de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de allá,
que por ellos esperamos,

eternales.”

(En recuerdo de las monjas de San José)

martes, 2 de junio de 2015


ENFRENTAMIENTOS Y PLEITOS ENTRE LAS ORDENES MILITARES: TEMPLARIOS Y ALCANTARINOS.  (S. XIII-XIV)

Un ejemplo claro y documentado es el pleito existente entre el Concejo de Plasencia y los templarios de Alconétar que se narra durante el proceso del Temple en Salamanca el 21 de octubre del 1310 y que tenía reminiscencias anteriores concretamente en un diploma del rey Sancho IV, dado el 2 de mayo de 1292.
       El monarca Sancho IV, emite un diploma datado el 2 de mayo de 1292, para zanjar las contiendas que por cuestiones de límites mantenían el concejo de Plasencia y los comendadores templarios de la Puente de Alconétar, que tantas muertes ocasionaron, disponiendo el terreno que cada una de las partes había de poseer y los límites que señalaba, para quitar toda contienda entre el Concejo placentino y los Templarios de Alconétar.(Mercedes Gaibrois de Ballesteros, Sancho IV de Castilla, Madrid 1928, III, doc. 420).
       Los templarios de Alconétar tenían sumo interés en obligar a transitar por este puente, que ellos habían restaurado entre 1230 y 1257 (Gonzalo Menéndez Pidal, Los caminos en la historia de España, Madrid 1951, p. 55-56) a todos los viajeros que pretendían atravesar el Tajo, cobrándoles en él un portazgo.
       El Papa Clemente V afirma Correa y Roldán ordenó a los metropolitanos de Toledo, Sevilla, Santiago y Lisboa que se reuniesen en concilio provincial para indagar sobre la conducta de los templarios, con facultad de procesarlos y prenderlos, si se les consideraba culpables, puestos que habían sido acusados ante el pontífice de gravísimos crímenes. En cumplimiento de lo prescrito, el 21 de octubre de 1310 se reunieron en Salamanca el arzobispo de Santiago de Compostela y los obispos de Lisboa, Guarda, Zamora, Ávila, Ciudad Rodrigo, Plasencia (Don Domingo), de Mondoñedo, de Astorga, de Túy y de Lugo Compareció ante el concilio el maestre del temple en los reinos de Castilla y León, Fr. Rodrigo Yanes junto con los principales de su orden. Tras unas seria investigación la asamblea provincial declaró que no encontraba culpabilidad en los templarios y, aunque según su comisión pudieran absolverlos, por la reverencia del superior, remitían al Papa la sentencia.
Mis imágenes\fonpate.jpeNo obstante, a este informe favorable debieron ocurrir ciertas cosas raras, al menos en la última década del siglo XIII, en las proximidades de Plasencia, en relación con la orden del Temple. En una carta firmada en Ciudad Rodrigo en 1292, que transcribe Benavides Checa, Sancho IV  habla de una contienda ente el concejo de Plasencia y los templarios, a los que se acusa de asolar Extremadura desde el puente de Alconétar, ya que acaecieron allí muchas muertes y quemas y prisiones y desdichamientos y prendas y robos y otros muchos desaguisados.
       Otro dato que podemos aportar son los enfrentamientos entre las órdenes de Alcántara y del Temple aquellos para impedir el cobro del portazgo templario mediante saqueos, en lugres próximos al castillo y puente de Alconétar, como Garrovillas, Cañaveral y otras posesiones que mencionamos con anterioridad. Los daños entre ambas órdenes fueron mínimos si exceptuamos las dos causas que iban a romper el frágil equilibrio que había existido hasta entonces. La causa fueron dos impuestos relacionados con los ganados y mercancías. La encomienda templaria de Alconétar cobraba por el tránsito de ganado y mercancías: el portazgo, por atravesar sus puentes, usar sus barcas y sus caminos particulares a razón de un tanto por cabeza de ganado y vehículo. Los demás hacían lo propio, pero parece ser que los caminos más transitados habían quedado en manos del Temple. Además la Orden restauró como ya aludimos el puente romano de Alconétar entre 1230 y 1257, imprescindible para la vía de la Plata en su camino hacia Santiago de Compostela desde el Sur, con lo cual peregrinos, ganaderos, mercaderes preferían pagarles por cruzar cómodamente el río antes que hacerlo en las lentas barcas transbordadoras de los de Alcántara. Ello, junto con la feria-mercado del pueblo de Alconétar y los peregrinos que acudían a la capilla del castillo, para venerar la milagrosa y mágica reliquia del Mantel de la Última Cena, actualmente se encuentra en el museo catedralicio de Coria, hicieron que la presión se hiciese insoportable para la Orden de Alcántara.
Escamoteados por los sucesos de Ronda, los alcantarinos, se prepararon a conciencia, decididos a mermar el poderío de sus competidores y, sin duda deseando vengarse de la derrota toledana. A finales del verano de 1257 atacaron tres lugares fortificados diferentes para impedir que las respectivas guarniciones pudiesen auxiliarse entre sí. Las víctimas fueron la aldea de Peñas rubias, Peñas Sequeros y la villa de Benavente o Zarza. Lugares que se localizan entre los ríos Árrago, Ribera de Gata y Erjas, que hacen frontera natural con Portugal.