Hace 15 millones de años durante el
Mioceno Medio, existían cierta especie de la familia de los rinocerontes,
conocida con el nombre de hispanotherium matritense, en la Dehesa de los
Caballos de Plasencia. Lo prueba los restos fósiles localizados en 1956 y que
corresponden a seis piezas dentales y dos piezas óseas. (Institut Català de
Paleontologia de Sabadell y descubiertas por Francisco Hernández Pacheco).
En la Edad de Bronce Final apareció
en la meseta un tipo de incisión cerámica (realizada por un punzón o una sierra
dentada, creando trazos pequeños y sucesivos a lo largo de una línea incisa
continua) en el paraje de Valcorchero en el término de Plasencia, conocida como
de “Boquique”, de donde provendrá su nombre. Los primeros hallazgos los publicó
el arquitecto don Vicente Paredes Guillén y lo popularizó Pere Bosch i Gimpera
en 1915.
Existe otra zona característica de
poblamiento antiguo y a veces desconocida para una gran mayoría, nos estamos
refiriendo al castro del “Berrocalillo”, situado en el margen izquierdo del río
Jerte, debajo de lo que se ha llamado “la encina solitaria” camino de Carcaboso
y, muy próximo a la línea férrea de Plasencia a Astorga. Este poblado se
encuentra dividido en dos recintos separados entre sí por un muro de 2,5 m. de grosor
y 100 m. de largo. (“El castro vetton del berrocalillo”, por J. Río Mirando
Halcón y MªGª Iglesias Domínguez)
Hay otro paraje también poco
conocido en la finca de la “Navalonguilla de Arriba” muy próxima a la de Sancho
Polo en donde se han encontrado vestigios de habitación y ocho tumbas excavadas
en rocas reutilizadas a lo largo de la historia y más siendo un paso obligado
de la cañada real.
En el siglo X se han hallado restos
óseos en una de las últimas intervenciones en la iglesia de María Magdalena de
Plasencia por el arqueólogo Vicente Contreras, por cierto, los templarios a
finales del siglo XIII reclamaban una encomienda en esta ciudad, que pudiera
estar relacionada con este edificio religioso.
Este puente llamado “Nieblas” está
situado en el camino que va a Malpartida
y Serradilla, a veces se le ha llamado
"pontezilla" debido a
su menor tamaño respecto del
puente de Trujillo. Sirve para
salvar el arroyo de su mismo nombre, y hablan las crónicas que este arroyo era
aurífero y que sus arenas contenían oro. El puente original era romano, pero se
le ha reformado muchas veces y ya nada recuerda este estilo.
Este puente siempre inspiró leyendas y temores en la ciudad. Así se decía que en sus cimientos habitaba una
mora encantada, la cual salía a pasear el día de San Juan, antes de salir el
sol. En este puente se batieron entre si y murieron por el amor de una mujer, dos jóvenes Monroy...