La verdad es que el desprecio se hacía notar en la vida
placentina, unos denunciaban a los otros por mil y un motivos, bien por la
plazuela o por la festividad del corpus o por otro cualquier aspecto. Se
molestaban enviando a pícaros a la plazuela del enlosado cuando ellos estaban realizando los
oficios divinos dentro de la Catedral, y los otros, no haciendo el recibimiento
debido al Concejo, cuando éste se presentaba a la Santa Iglesia Catedral en
forma de Ciudad.
Todo esto iba a
estallar y más cuando el diálogo entre las partes era nulo y la única manera que tenían de comunicarse era
a través de pleitos o apelaciones.
Pleitos como los que a continuación vamos a relatar.
Litigios que para todos ellos suponía mucho más que un proceso judicial, se
estaba jugando la preeminencia social de ambas instituciones, es decir el
clásico dilema de quién tiene más poder el seglar o el eclesiástico.
Enfrentamientos en donde las formas y las maneras de
cortesía y respeto dejaron de existir por ambas partes.
El móvil de estos enfrentamientos entre el Cabildo y el
Concejo placentino era unos simples bancos en donde se sentaba el Regimiento
placentino cuando venía a la Santa Iglesia Catedral en forma de autoridad o de
Ciudad, pero en el fondo de la cuestión estaba la hipocresía y los intereses
económicos y sociales, en definitiva la codicia y el poder como argumento de la
debilidad humana.
El concejo placentino quería que su llegada a la Santa
Iglesia Catedral cuando venía en forma de Ciudad, que eran dos veces al año-
uno por la fiesta de las Candelas y la otra el día del Corpus- fuesen recibidos
dignamente como lo que representan, es decir, que saliesen a recibirlos con la
Cruz y que dentro de la Capilla Mayor se les diese el incienso y la paz como
solía hacerse por parte del Cabildo Catedralicio de Badajoz a su Concejo.
Además que su ubicación y estancia fuese acorde con su prestigio y que pudieran
tener unos bancos con respaldos para poder dignamente asistir a las horas y
oficios divinos-todos sabemos la duración del ceremonial litúrgico en aquella
época-.(¿Cómo siguen los bancos del pasillo de la catedral placentina, con respaldos o sin respaldos?)
Sin embargo, el Cabildo, consideraba que si hiciese ese recibimiento
sería ir contra el ceremonial canónigo y
una forma de debilitar sus preeminencias y libertades y podrían perder
su influencia -como dicen ellos- ante los caballeros más principales que
acudían a sus oficios divinos.
Ahora cuando ustedes terminen de leer una parte de este trabajo,
comprenderán porqué nuestras autoridades civiles se sientan en esos bancos y no
en la capilla mayor de la Santa Iglesia Catedral. El cuánto les costó sentarse en unos bancos
con respaldos y lo que tuvo que hacer para que el poder eclesiástico les
reconociera su digna autoridad como representantes de la ciudad a pesar de los
muchos intentos en contra por parte del cabildo catedralicio y el cómo finalizó
y ha finalizado en la actualidad.