EL CRISTO DEL BORREGO
(CRISTO
DE LOS AFLIGIDOS)
En la calle del
Borrego (esta calle está situada entre la calle del Sol y la calle de Cartas),
se puede contemplar encima de un muro
una hornacina que contiene una pequeña imagen de un Crucificado.
Cuentan las
leyendas placentinas que en algún momento de nuestra historia, ese pequeño
Cristo, venerado en algún otro sitio, apareció tirado en plena calle.
Una vecina, no se sabe si por caridad o por ultraje, lo arrojó
entre las cenizas de sus basuras. Aquel
día cuando la gente pasaba escuchaba lamentos como de un moribundo que se
quejaba. Al volver de su trabajo la menesterosa mujer, escuchó alarmada los
quejidos que salían de su casa.
Buscando en la
dirección de su procedencia, quedó horrorizada
porque los dejaban escapar los labios del Cristo que ella había tirado a
los desperdicios. (Otra leyenda dice que unos judíos que vivían en unas casas
cercanas le arrojaban los sábados agua hirviendo para escuchar sus lamentos.)
Al divulgarse el
hecho, se decidió hacerle la hornacina y
ponerlo encima de la pared para evitar
que se pudieran repetir los ultrajes que motivaron el milagroso suceso.
Se pidió permiso
al Ayuntamiento y al dueño de la pared, los cuales aceptaron, y el día 7 de
mayo de 1.799 el Ayuntamiento da el permiso de construcción. Por lo tanto se ve claramente que la
Hornacina y la Imagen son de propiedad
del pueblo.
De todas maneras
no se dejó hacer la capilla como se quería, pues se solicitó hacer un arco de
un lado al otro de la calle, para que las personas que estuvieran rezando no se
mojaran, pero el dueño de la casa de enfrente se negó, alegando que el arco le
quitaría luces a la calle y a su casa.
La pared donde
está la capilla es la del patio de lo que fue Colegio de San José, del cual
todavía se conserva en la calle de Cartas, la fachada de cantería con un
curioso escudo, en el cual se ve un niño con un racimo de uvas y un manojo de
espigas, (hay otro igual en Jaraíz de la Vera).
Este Colegio de
San José se fundó en el año 1.584, y fue su creador el Maestrescuela de la S.
I. Catedral, don Juan de Belvis.
Estaba este
Colegio agregado a la Universidad de Salamanca, y por lo tanto sus alumnos
estudiaban indistintamente, unos en Plasencia y otros en Salamanca.
El Cristo es una talla pequeña del siglo XVI, la cual ha
sido siempre muy venerada en la ciudad. Prueba de ello es que se le acoplaron a
los lados de la hornacina unos farolillos de aceite, y durante decenas de años
han estado siempre encendidos.
Este Cristo
también ha sido llamado “de las enagüillas” por la falda que le cubría, la cual
estaba rematada con unas grandes puntillas.
Ya en el año
1.932 sufrió este Cristo otro grave atentado. Una noche unos destacados
socialistas de la ciudad, en nombre de la cultura y el respeto a los valores
del pueblo, se dedicaron a apedrear las capillas existentes en la ciudad.
Aunque las
hornacinas sufrieron daños, se salvaron las de la Virgen del Socorro, (detrás
de la Catedral), Nuestra Señora de la Misericordia, (en la calle Encarnación),
Nuestra Señora de la Guía, (en el Puente Nuevo), pero no así el pequeño Cristo
de los Afligidos, el cual cayó al suelo de una pedrada, y que milagrosamente no
se rompió.
Cuando
aquellos sacrílegos vándalos iban a
pisotear la imagen salió un vecino llamado D. Epifanio Aceña Hernández, el cual
plantó cara a aquella panda de desalmados, y recogiendo el Cristo se lo llevó a
su casa, y al día siguiente lo entregó en la iglesia de San Pedro.
En el mes de
junio de 1.999 la imagen de este
milagroso Cristo fue robada de su
hornacina, sin saberse hasta la fecha nada de su paradero.
La hornacina
tenía la puerta de cristal, y nada más fácil que amparándose en la noche
romperle y llevárselo.
La Asociación
Cultural Placentina “Pedro de Trejo” cumpliendo uno de sus fines, como es el de
proteger el patrimonio de la ciudad, adquirió al escultor Antonio Borreguero,
una pequeña talla de un Crucificado, la cual sustituye al original hasta que
este aparezca, si es que lo hace.
Para
evitar que se repita el suceso se encargó una puerta con el marco de hierro y
el cristal blindado.
Texto extraído del
libro:” leyendas placentinas” de don
José Sendín Blázquez