Permanecí durante un rato largo
callado, absorto en lo que acababa de leer. Miré entonces por la ventana hacia
el busto del Marques, y mis sentimientos afloraron, quise conocerle y descubrí
a un gran hombre, quise saber y aprendí de él el valor de la humildad, quise averiguar y hallé
su huella.
En estos sentimientos me encontraba
cuando me vino a la memoria esa frase de Antonio Machado, cuando decía: "... que había dos clase de hombres:
los que viven hablando de virtudes y los que se limitan a
tenerlas..." En verdad que este hombre las tuvo.
Recuerdo una imagen desde muy niño
en aquel querido colegio de "San Calixto", situado en la calle del Rey, entonces
con el número 21 y casa del marqués. La cual, se ha repetido en mi vida y en
muchos momentos he sido fiel testigo de aquellos hombres ya entrados en años,
cuando depositaban en el pequeño patio de colegio en donde se hallaba la
estatua del marqués, unos ramos de flores y veía como brillaban en sus ojos sus
lágrimas y la voz entrecortada cuando cantaban el himno de la Constancia.
Hombres, para los que este fundador,
fue el padre que nunca tuvieron y que al ser acogidos bajo su protección,
fueron educados e hicieron de ellos, unos hombres de provecho.
Éstos eran y fueron, nuestros
queridos "CALIXTOS", hombres huérfanos para los que este fundador,
fue el padre que nunca tuvieron .
Asimilé la labor de tantos hombres
que lucharon por conservar este legado y la abnegación para servir a los demás,
dirigiendo esta obra, intentando hacerla mayor. Para ello, cuando el edificio
principal, se iba quedando pequeño, los canónigos (sacerdotes) de la catedral o
profesores del seminario que dirigían este centro, junto con los patronos de la
fundación, decidieron acoger a más alumnos con dificultades y para ello,
desearon edificar un gran centro en 1886, que tu hoy conoces como la
Universidad. Sí, no te sorprendas, fue nuestro centro, aunque nunca se ocupó,
ya que fue vendido al Ministerio de la Guerra
en 1920.
Aprendí, como los miles de alumnos
que ya han pasado por este centro, tanto internos, que vivían dentro del
colegio de la calle del Rey, nº 21, como externos: la entrega, el servicio, la
humildad y la devoción a María que nos fue enseñada a partir de 1943 por una
Institución, de entrega abnegada hacia los demás y que nos dejaron una forma de
ver la vida y de compartirla, me estoy refiriendo a la Institución Maristas y
al ejemplo que durante 43 años nos mostraron unos hombres, que todavía hoy,
recordamos a pesar de dejarnos en 1986.
Comprendí en el presente actual, que
teniendo como patronos de la fundación “Marqués de la Constancia”, al Sr. Obispo de Plasencia, como presidente, y vicepresidente, la Alcaldesa de la
Ciudad. Al titular colegio, la Sociedad Cooperativa, fundada por padres del
centro en 1984 y a la Asociación de Padres/Madres, al Profesorado y Alumnado, que
tenemos que sentirnos orgullosos de pertenecer a este Centro y afrontar
con honor y valentía esta historia tan llena de huellas imborrables y cargada
de tanta humanidad.
Sin olvidarnos del pasado, sabemos
que todavía hoy en el presente, hay necesitados, tal vez, no haya huérfanos,
pero si muchos alumnos/as con dificultades, unas académicas o económicas otras
personales y por ello, nos necesitan.
Además, descubrí que no puedo
convertir mi trabajo en este colegio de “San Calixto”, en un solo medio
económico, sino que existen muchas
historias, historias de miles de hombres
y de cientos de mujeres a las que debo
en su memoria, honrar, transmitir y
hacerme valedor suyos, porque si
no, alguna vez la propia historia interna de este centro educativo, me lo
reclame.
“...Que
allí donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde
haya discordia, ponga yo unión; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya
duda, ponga yo fe; donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya
tinieblas, ponga yo luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría...”
Alfonso Párraga Sánchez.
(Uno de tantos)
(Continuará)