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LOS CARVAJALES.-
Sus
miembros aparecen ya en la reconquista en la cuna asturiana de Covadonga, pues
don Guillén González se casa con la hija de don Pelayo.
Estamos
en la Edad Media y ya en ese tiempo, los Carvajales ocupan pueblos de Cáceres,
de Plasencia y de Coria. Por tanto en esas regiones aparecen las armas de los
Carvajales, que, nada menos, proceden de la época de Cid.
Dichos
escudos o blasones presentan una evolución que podemos contemplar en los numerosos
que existen en nuestra ciudad, el primero llega con don Diego González de
Carvajal, setenta años después de su fundación y que traía campo de oro, con
banda tal vez azul para que con posterioridad pasara a ser negro por los
hermanos Carvajales muertos en la Peña de Martos por mandato de Fernando IV
orlada con hojas de roble dado que la etimología de Carvajal viene de Carvallo,
cuyo significado es roble.
En
Plasencia podemos contemplar estos blasones o escudos heráldicos en la
Catedral, en el convento de las Claras, en la plazuela de San Nicolás, en la
Puerta de Trujillo etc.
Estos
escudos también sufrieron modificaciones por casamientos con otros miembros de
otros linajes como el de la plazuela de Ansano que pertenece a los Carvajales –
Girón.
Los
carvajales acomodaron a sus hijos, en cabildos y monasterios, en el concejo de la ciudad y en arrendamiento
de las rentas por el paso de la Mesta o en parroquias valiéndose del derecho de
patronato.
El
patrimonio de los Carvajales, es muy distinto de lo que gozaban los caballeros en Castilla, en la Edad Media, a
causa de los repartos sucesorios, máxime por parte de la esposa.
Siendo
la nobleza placentina de segunda fila, no llega a ocupar los puestos de la gran
nobleza de España.
Su
línea de primogenitura no fue muy adinerada, si lo fue la de la mujer, de donde
surgen grandes caballeros como los Grimaldo, Torrejón, Vargas etc., también
presentan hombre de letras, obispos, cardenales, cronistas y puestos
importantes en el ejército o en las órdenes de caballería.
No
todo era felicidad en esos linajes porque ha enfrentamientos, entre los
miembros del mismo tronco familiar. Así vemos la lucha de los hijos de Monroy
contra su primo Hernando de Monroy, el “Bezudo”.
Cuando
Plasencia pierde la condición de realengo en 1442 para pertenecer a los Zúñigas,
aparece el estatuto de los desterrados, que eran los que no aceptaban la
condición de que Plasencia fuera ciudad de señorío. Por eso las familias de los
Monroy y de Torrejón con los Carvajales se enfrentaron a los primeros Zúñiga.
Con
el paso de los tiempos los carvajales conseguirán unirse con los Villalobos,
Vargas, Nieto, Girón, Loaisas etc...
En
esta época más que en otras surge la importante función de los testamentos y de
las Capellanías, con la que la nobleza quería asegurarse el favor de Dios, mediante
una buena muerte, amén de no disgustar a sus allegados, por tanto también la
ejercieron los Carvajales que meditarían las coplas cantadas por Jorge Manrique
escritas en pleno Renacimiento:
“Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por eso no nos engañen
pues se va la vida apriesa
como sueño;
y los deleitos de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de allá,
que por ellos esperamos,
eternales.”
(En recuerdo de las monjas de San José)
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