Las investigaciones realizadas hasta el momento en el archivo histórico
catedralicio placentino a veces te deparan ciertas sorpresas tan interesantes
como la que de forma breve voy a extraer de mi investigación sobre “las
relaciones entre el concejo y el cabildo placentino en la segunda mitad del
siglo XVI” y que lleva por título: “El valor de un sitial en el coro de la
Santa Iglesia Catedral de Plasencia”. Ciudad en donde he nacido, dónde me he
formado y de la que me siento orgullo...
Este pequeño artículo es un breve resumen del contenido en mi libro: ”Momentos del cabildo catedralicio placentino
en la segunda mitad del siglo XVI”
“... Viernes, 9 de noviembre de 1565. El
nerviosismo y la expectación en la fábrica de la Catedral placentina era tanta
que tras 21 años, el obispo don Pedro Ponce de León y su cabildo habían
decidido una vez finalizadas las obras de adecuación de la sillería del Coro
sacar ésta de donde habían sido depositadas el 27 de junio de 1544, en una de
las casas de la fábrica en la que habitaba Juan Leal cercana a la catedral. (Benavides Checa, J.: (1999) “Prelados Placentinos”, Plasencia. Ed.: Sandoval. Pág. 67)
Los
trabajos eran muchos e iban a durar varios meses, así el 19 de enero de 1566 ya
estaba colocada en su lugar definitivo. (Oc.”Prelados...” Pág., 68)
¡Por fin!, la obra escultórica de Rodrigo Alemán, podía lucir toda su grandeza en su nuevo habitáculo tras
este largo paréntesis. La belleza sería nuevamente admirada, al igual que la maestría de unas hábiles manos que
supieron en madera de nogal, darnos una amplia iconografía de finales del siglo
XV y principios del XVI, poniendo en ella un rico contraste iconográfico entre
lo etéreo y eterno o entre la virtud y
la avaricia; y si cabe, entre lo humano y lo divino.
Sus sitiales del alto y bajo coro situados en la catedral nueva,
resplandecían y elevaban aún más a las dignidades eclesiásticas en sus “tronos”
de taraceas, cresterías y remates de un claro estilo gótico-flamígero, en donde
el poder político ocupa sus esquinas, representado por una fuerte monarquía
autoritaria, la de los Reyes Católicos, y en su frontal, el poder eclesiástico
flanqueado por dos altas dignidades – el Deán y el Arcediano de Plasencia y
Béjar-.
Sin
embargo, lo que nunca nuestro maestro Rodrigo podría llegar a sospechar es que
sus sitiales, y dos de ellos,(el del Deán y el del Arcediano de Plasencia y
Béjar) sufrirían un conflicto de intereses.
Sí,
su obra ampliamente admirada debería ser política y económicamente sopesada y
al final juzgada y sancionada por el
propio papa, el Sumo Pontífice Pío V.
Un pleito que
duraría tres años, seis meses y once días de disputas por una sitial - la del
Deán: don García Jófre de Loaisa o la del Arcediano de Plasencia y Béjar: D.
Fabián de Monroy y Carvajal –todos ellos representantes de dos familias
placentinas muy influyentes- que enfrentaron al obispo don Pedro Ponce de León
y al Vicario General don Andrés Hernández por una parte con el cabildo
catedralicio, su deán y arcipreste por otra, desde el 15 de mayo de 1568 hasta el 4 de noviembre de 1571. (Archivo
Histórico Catedralicio Placentino Legajo 92, extensión 8 sin paginar, desde
ahora AHCP. Leg.98, ext., 8 s.p.)
El
motivo o la disputa de las muchas que existieron a lo largo de todo el siglo
XVI placentino, se centraba en que el prelado de la diócesis placentina había
nombrado un Vicario o Provisor General, que hasta entonces había ocupado el
cargo, el Deán del cabildo catedralicio. Sin embargo y ante la necesidad de
ausentarse de su sede y que está siguiera gobernada por una persona ajena al
Deán, hizo recaer este cargo en la persona de don Andrés Hernández.
No sentó nada bien y mucho menos
cuando el Vicario planteó la necesidad que en ausencia del obispo, debía él
acudir a los oficios y horas canónicas que se celebraban en coro de la santa
iglesia catedral y si era el representante del obispo debería tener un sitial
digno, no pudiendo ocupar el del obispo, por su categoría, debería ocupar el
sitial que está a la derecha o la izquierda del episcopal. Entonces, ¿Estarían
dispuesto a perder su sitial y su preeminencia el deán o el arcediano de
Plasencia en favor del nuevo Vicario? Por lo que no es de extrañar, que ninguno
de ellos quisieran dejar libre su asiento no sólo por la pérdida de autoridad
ante los otros canónigos, sino también por las prebendas que percibían por su
participación en cada uno de los actos y oficios divinos que según el puesto
que ocupase dentro del cabildo, así percibían. Además que si aquellos cedían,
perderían ante los demás el poder de facto en detrimento del Vicario General...
Varias sentencia fueron dadas: una por el Juez Metropolitano de Santiago de
Compostela (la diócesis de Plasencia en este tiempo pertenecía a Santiago) y
otras dos por el Tribunal de la Rota. Todas habían fallado a favor del señor
Provisor para que ocupara cualquiera de los dos sitiales.
Sin embargo el cabildo
catedralicio promovido por su deán y el arcediano de Plasencia y Béjar debido a
sus influencias, no aceptaron las anteriores sentencias y decidieron recurrir a
su Santidad, el Papa Pío V.
La bula plomada de su Santidad
llegó a la ciudad de Plasencia sobre el día 23 de mes de octubre de 1571,
viernes y el notario Diego de Toro de esta ciudad sería el encargado de leer y
notificar. Decía lo siguiente: “estando ausente el obispo del coro de la
dicha iglesia de Plasencia, la silla que está a mano izquierda del dicho
obispo, en la que es del Deán y la silla que está a la mano derecha del obispo
que es la del arcediano de Plasencia sean acostumbrado hasta aquí a sentarse en
el dicho coro estén vacías de manera que ni el Deán ni el Arcediano de
Plasencia se sienten ni puedan sentarse en ellas sino que se sienten en las
sillas contiguas e inferiores de las dichas dos sillas y en este caso el
oficial y Provisor y Vicario General del dicho obispado que es o por tiempo
fuere de Plasencia cuando entrase a oír misa y los oficios divinos se pueda
sentar en la silla más preeminente de las dichas dos sillas que han de estar
vacías” ...(Archivo Histórico Catedralicio Placentino: legajo 98, ext., 8)
¿Estarían vacías las dos sillas?, ¿Acudirían los implicados?, ¿Qué
tensión existiría en el cabildo ante la presencia del Vicario?...
Lo inverosímil y cierto es que los idus del destino quisieron también
jugar en esta lucha de intereses entre el Vicario, el Arcediano y el Deán del
cabildo catedralicio y es que en la misericordia del sitial que ocupó el
Vicario, que fue la del arcediano de Plasencia, se reflejaba la escena de un
anciano con la boca abierta junto a un horno y nuestro Vicario con una velada
sonrisa debió acordarse de aquel refrán de su tierra castellana que decía:”El
viejo y el horno por la boca se calienta”. Horas más tarde acudió a los
Oficios y Misa Mayor y nuevamente las dos sillas estaban vacías. Decidió
sentarse en la del Deán observando que este sitial situado a mano izquierda del
episcopal, contenía como iconografía en su misericordia un hecho bíblico el de “Sansón
luchando con el león” ("Vicario y Deán") y por consiguiente el lugar que debería ocupar el deán cuando estuviera presente el vicario sería el sitial situado en el
coro bajo y en la misericordia de este sitial había esculpido por el maestro Rodrigo Alemán a un
“perro escuálido que intenta roer un hueso, mientras otro más fuerte le observa
desde arriba”...
Pienso que si Rodrigo Alemán
hubiese sido consciente de lo que ocurriría con sus sitiales y a tenor de la
personalidad de este ilustre maestro, hubiera soltado una sonora carcajada... porque sin querer, había ridiculizado ese momento tan corriente en esa época...
Año del Señor de
1571.
Alfonso Párraga
Sánchez
Lcdo.: En Geografía e Historia y Diplomado en Estudios Avanzados
las iconografías son proverbios flamencos, el viejo en el horno es:
ResponderEliminarBostezar frente al horno;Intentar más de lo que se puede manejar. Quien mucho abarca, poco aprieta.
link aquí:
https://es.wikipedia.org/wiki/Los_proverbios_flamencos