Esta ansiada y costosa expedición que tantos anhelos
y esfuerzos supuso para nuestro prelado, D. Gutierre de Vargas Carvajal, obispo
de Plasencia, iba a zarpar en Agosto de 1539 del puerto de Muelas en Sevilla
con tres naves aunque existen historiadores que comentan que fueron cuatro.
Al
mando de la expedición en un principio estaba su hermano Francisco de Camargo
este pariente del obispo sería sustituido por Fray Francisco de la Ribera no
sabemos la causa de su destitución pero si las disposiciones oficiales que se
citan sobre el cambio (Real cédula concediendo licencia a fray Francisco de
Ribera para que vaya a hacer el descubrimiento concedido a Camargo. 25 de julio
de 1539 y Real cédula dando por libre y quito a Francisco de Camargo de lo
pactado con él acerca de su expedición. 5 de septiembre de 1539 de la Colección de Documentos Inéditos Para
la historia de Chile. Tomo III. Expediciones de Jofre de Loaisa, Alcazaba,
Mendoza etc.).
Nosotros
seguiremos la Relación de Navegación de la Armada que mandó el dicho obispo al
Estrecho de Magallanes del Archivo General de Indias, en donde se extrae del
diario de bitácora, algunos hechos de esta expedición al estrecho de
Magallanes, papeles que entregó el cosmógrafo Céspedes.
“Habiendo
zarpado de Muelas en agosto de 1539
hacia la parte austral y que tras seis meses de travesía el 12 de enero de 1540
están frente a la entrada del río Santa Cruz, siguiendo la costa hacia el cabo
Vírgenes que está a 52º y de allí los
tres barcos de la expedición se dirigieron a la entrada del estrecho el 20 de
Enero de 1540 embocó la entrada del Estrecho y el 22 se perdió la nave capitana” - A las otras dos naves no las menciona pues
se habían separado. “Intenta socorrer a los náufragos de la capitana, pero un
temporal se lo impidió y el 27 de Enero vuelve a tomar la boca del Estrecho,
pero no puede hacerlo tampoco lo logra el 29 y el 31 de Enero de 1540, reciben
un fuerte viento SSE, que les quiebra la amarra (estaban fondeados, Punta
Arena) y deben bordejar”.
De
la nao capitana que naufraga en el estrecho existen hay varias versiones una la recoge Diego
Barros Arana en su “Historia General de Chile”, tomo I…”La nave capitana se
perdió en el estrecho, pero su tripulación fue recogida y salvada”, otra del
Padre Diego de Rosales en su “Historia General del Reyno de Chile”, I°,
Capítulo V°, pág. 32 y 33, narra como con hombres de la expedición del Obispo
de Plasencia y en concreto de la nave capitana se salvan tomando la orilla “Sálvese
también toda la gente y armas y cantidad muy considerable de bastimentos”, pero
la nave que quiso recogerles el fuerte viento se lo impide dejándolos a su
suerte “Los tristes y miserables naufragantes que dexamos en la playa y dexa el
navío que se pasa de largo en gran desconsuelo, diciéndoles: no sea que nos
falte víveres y bastimentos para nosotros y vosotros, se consolaron lo mejor
que pudieron y sin descaezer el ánimo formaron alojamiento de las tablas y
velas de los navíos y se atrincheraron gobernados por el Capitán Sebastián de
Argüello”. De los náufragos que llegaron a la orilla se tienen noticias de que
fueron 150 soldados, 30 aventureros, 48 marineros y un grumete, también que
fueron salvadas 13 mujeres, pero este dato no está lo suficientemente
contrastado como para su valoración, lo mismo sucede con la leyenda de la
ciudad de los césares en donde intervendrían los hombres de la expedición del
obispo al mando de un capitán Sebastián de Arguello, ya que fray Francisco de
la Ribera perdería la vida, dice que se internaron en la Patagonia y fundaron
una ciudad: “Trapalanda” o la “Ciudad Encantada de la Patagonia”, que algunos
identificaron con la inhallable “de los Césares” (O´Donnell, Pacho: (2004) “El
Rey Blanco”. Ed: Sudamericana, Argentina), ante este hecho María Justina
Sarabia Viejo, profesora de la universidad de Sevilla en su obra citada comenta
“Es interesante constatar que los náufragos de la nave perdida, lo mismo que en
el caso de la expedición de Loaysa, pronto se dejaron cautivar por la llamada
“leyenda de los Césares”, que se refería a las fabulosas riquezas de una urbe
situada en las tierras patagónicas y que recibió su nombre de los compañeros de
Francisco César que se perdieron durante el viaje de Magallanes y Elcano pero,
curiosamente, no en esa área sino en la de las Molucas. Se entremezclaban así
las tierras y los navegantes, siempre a la busca de míticas ciudades”. También
Ernesto Morales en su libro”La ciudad encantada de la Patagonia” ed.: Teoría,
Argentina, 1994 comenta que dos de los náufragos de la capitana: Pedro de
Oviedo y Antonio de Cobos, alcanzaron Concepción donde relataron su odisea y
afirmaron que a 41º de lat. Sur, junto a una gran laguna, existía una población
inca donde todo era de oro, plata y piedras preciosas.
Retomemos el tema y nos preguntamos ¿qué pasó con las
otras dos naves, la bautizada como “incognita” y la que logró pasar el
estrecho?, siguiendo la Relación de la narración de la armada que envió el
obispo de Plasencia, indica que el diario se interrumpe el 31 de enero y se
retoma el 4 de Febrero comentando que vieron tierra (es decir que navegaban en
mar abierto) y aparecieron ocho o nueve islas. Entre esas islas existe una gran
Bahía que llamó de las Zorras en donde encallarían y permanecerán hasta el 3 de
Diciembre de 1540, es decir por 10 meses en que salieron con buen tiempo del S
y SW y rodearon la isla, donde "perdieron los berzas" (pequeños
cañones) y luego el viento se hizo SW y "con él corrieron dos días a
buscar la tierra del norte". El día 5 estaban en cuarenta y nueve y un
sexto de grado de latitud S. De esta relación Ernesto Basilisco en su libro “La
armada del obispo de Plasencia y el descubrimiento de las Malvinas”. Buenos
Aires, deduce que el puerto que llamaron "Puerto de las Zorras",
"pues había muchas de ellas", que las zorras (o zorros malvineros)
eran abundantes en las islas, donde se les conoce con el nombre de
"Warrah" corresponde a las islas Malvinas y no sólo por este hecho
geográfico, sino también por la descripción paisajística que según este
almirante, se describe en los papeles de este anónimo escribano: “Toda esta
tierra es rasa, sin ninguna arboleda y muy ventosa y demasiado fría, porque
durante ocho meses del año siempre nieva… y existe una turba muy sólida cuya
capa tiene 2 ó 3 pies, hay patos, gansos, lobos marinos” sin embargo estos
argumentos se ponen en duda por los historiadores ingleses que inciden que esta
nave habría llegado al Canal Beagle, a quien pertenecían islas y bahía.
La
relación de bitácoras se interrumpe con su llegada a la isla de Santo Tomé en
el golfo de Guinea ya que equivocaron la ruta y fueron a parar al cabo de Buena
Esperanza y de ahí a la citada isla y posteriormente a España (Instituto
Histórico de la Marina, “Colección de diarios y relaciones para la historia de
los viajes y descubrimientos”, Madrid 1943 p. 20-23, cita obtenida del libro
“Los obispos de Plasencia…”, óp.)
De
la tercera nave que atravesó el estrecho al mando de Alonso o Francisco Camargo
(ya que al no existir suficiente información sobre esta nave, tan sólo por
breves reseñas y en las que unas veces a parece como Alonso y otras como
Francisco, si tenemos en cuenta la obra citada de una de los biógrafos de D.
Gutierre de Vargas, Asunción Fernández Hoyos, óp.c. indica que falleció antes que el prelado y
que éste no ayudó a la familia de aquel, por consiguiente que habría vuelto a
España, tal vez en la nave que denominamos “incognita” y que Alonso sería el
que comenta Diego Barros Arana en el
Capítulo cuarto: Valdivia; su entrada a Chile. Fundación de Santiago
(1539-1541) en su “Historia general de Chile”. Tomo primero “Cuando Valdivia en
su marcha por el territorio chileno, se hallaba a pocas jornadas del valle de
Mapocho, supo por los indios que una nave española recorría la costa vecina.
Inmediatamente despachó a uno de sus capitanes, a Francisco de Aguirre, a
comunicarse con los navegantes en el puerto de Valparaíso, donde se les suponía
fondeado. Pero aquella nave no se había detenido allí más que algunos días, de
manera que cuando Aguirre llegó al puerto, ya había partido aquélla con rumbo
al norte. Ese buque, mandado por un oficial llamado Alonso de Camargo, formaba
parte de una flotilla de tres embarcaciones que un año antes partiera de España
para conquistar y poblar en la región del estrecho; y era el único que después
de fatigas infinitas, había logrado penetrar en el Pacífico…recorrió las costas
de Chile, tocó tierra un poco al norte del río de Lebu y después en Valparaíso
y, por último, llegó al puerto de Quilca en el Perú. El torbellino de la guerra
civil arrastró allí al capitán y a muchos de sus compañeros, y hasta hizo
perderse la relación cabal de este viaje “.
María
Teresa Luis y Monika Schillat: (1997) “Tierra del Fuego” Ed. Fuegia, Argentina, también comentan que
Alonso Camargo, sería el primero en navegar un nuevo canal (el de Beagle) al
sur de la isla de Tierra del Fuego y el primero en avistar la isla grande de
Chiloé y en llegar hasta el Perú, en donde
su capitán pierde la vida.
Es indiscutible y a modo de
conclusión que el obispo placentino centró sus ambiciones en este asunto y se
dedicó en cuerpo y alma a sacar adelante los objetivos de la capitulación
recibida del Emperador, quiso dejar la impronta de perdurar en la historia y el
deseo de pasar a la posteridad como idea acuñada por muchos nobles de inicio de
la Edad Moderna.
La
inversión debió ser ingente ya que se contrataron naves y se almacenaron
pertrechos, armas y provisiones para una numerosa expedición de colonización
que debía dirigirse a las Indias, al sur de la gobernación del Río de la Plata.
Aún
así, lo cierto y verdad es que estos hombres con sus limitaciones, con sus
afanes de riquezas y de gloria, navegaron al albur de tormentas, pero que
también fueron capaces de restablecer su propio rumbo, sondearon al sur y norte
del estrecho, bautizaron aquellos accidentes geográficos que representaron un
interés para la navegación y afrontaron tempestades, cambios climáticos y sin
saberlo estaban haciendo historia.
Quisiera por último mencionar
aquellas palabras del rey Felipe II cuando le preguntaron qué debían hacer con
el escudo de armas de la familia Vargas dentro de la finca de la Casa de Campo,
que por avatares de la fortuna fue adquirida por la Corona, que pone una vez
más de manifiesto que estos hombres, que esta nobleza llamada de segundo orden
hicieron ser lo que fueron los grandes de España y por ello debemos profundizar
cada vez más en nuestros linajes extremeños, en nuestros hombres y mujeres que
contribuyeron y de qué manera a hacer la historia de España.
Blasón en el palacio episcopal de Plasencia (Cáceres) |
“Dejadlas, que las
armas de vasallos tan leales bien parecen en la casa de los grandes”
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