Plasencia. Siglo XVI

Plasencia. Siglo XVI
Luis de Toro, médico e historiador

martes, 24 de noviembre de 2015

D. GUTIERRE DE VARGAS CARVAJAL, OBISPO DE PLASENCIA Y DE SU EXPEDICIÓN AL ESTRECHO DE MAGALLANES. (1539-1541)”


            Esta ansiada y costosa expedición que tantos anhelos y esfuerzos supuso para nuestro prelado, D. Gutierre de Vargas Carvajal, obispo de Plasencia, iba a zarpar en Agosto de 1539 del puerto de Muelas en Sevilla con tres naves aunque existen historiadores que comentan que fueron cuatro.
            Al mando de la expedición en un principio estaba su hermano Francisco de Camargo este pariente del obispo sería sustituido por Fray Francisco de la Ribera no sabemos la causa de su destitución pero si las disposiciones oficiales que se citan sobre el cambio (Real cédula concediendo licencia a fray Francisco de Ribera para que vaya a hacer el descubrimiento concedido a Camargo. 25 de julio de 1539 y Real cédula dando por libre y quito a Francisco de Camargo de lo pactado con él acerca de su expedición. 5 de septiembre de 1539  de la Colección de Documentos Inéditos Para la historia de Chile. Tomo III. Expediciones de Jofre de Loaisa, Alcazaba, Mendoza etc.).
            Nosotros seguiremos la Relación de Navegación de la Armada que mandó el dicho obispo al Estrecho de Magallanes del Archivo General de Indias, en donde se extrae del diario de bitácora, algunos hechos de esta expedición al estrecho de Magallanes, papeles que entregó el cosmógrafo Céspedes.
            “Habiendo zarpado de Muelas  en agosto de 1539 hacia la parte austral y que tras seis meses de travesía el 12 de enero de 1540 están frente a la entrada del río Santa Cruz, siguiendo la costa hacia el cabo Vírgenes que está a 52º y de allí  los tres barcos de la expedición se dirigieron a la entrada del estrecho el 20 de Enero de 1540 embocó la entrada del Estrecho y el 22 se perdió la nave capitana”  - A las otras dos naves no las menciona pues se habían separado. “Intenta socorrer a los náufragos de la capitana, pero un temporal se lo impidió y el 27 de Enero vuelve a tomar la boca del Estrecho, pero no puede hacerlo tampoco lo logra el 29 y el 31 de Enero de 1540, reciben un fuerte viento SSE, que les quiebra la amarra (estaban fondeados, Punta Arena) y deben bordejar”.

            De la nao capitana que naufraga en el estrecho existen  hay varias versiones una la recoge Diego Barros Arana en su “Historia General de Chile”, tomo I…”La nave capitana se perdió en el estrecho, pero su tripulación fue recogida y salvada”, otra del Padre Diego de Rosales en su “Historia General del Reyno de Chile”, I°, Capítulo V°, pág. 32 y 33, narra como con hombres de la expedición del Obispo de Plasencia y en concreto de la nave capitana se salvan tomando la orilla “Sálvese también toda la gente y armas y cantidad muy considerable de bastimentos”, pero la nave que quiso recogerles el fuerte viento se lo impide dejándolos a su suerte “Los tristes y miserables naufragantes que dexamos en la playa y dexa el navío que se pasa de largo en gran desconsuelo, diciéndoles: no sea que nos falte víveres y bastimentos para nosotros y vosotros, se consolaron lo mejor que pudieron y sin descaezer el ánimo formaron alojamiento de las tablas y velas de los navíos y se atrincheraron gobernados por el Capitán Sebastián de Argüello”. De los náufragos que llegaron a la orilla se tienen noticias de que fueron 150 soldados, 30 aventureros, 48 marineros y un grumete, también que fueron salvadas 13 mujeres, pero este dato no está lo suficientemente contrastado como para su valoración, lo mismo sucede con la leyenda de la ciudad de los césares en donde intervendrían los hombres de la expedición del obispo al mando de un capitán Sebastián de Arguello, ya que fray Francisco de la Ribera perdería la vida, dice que se internaron en la Patagonia y fundaron una ciudad: “Trapalanda” o la “Ciudad Encantada de la Patagonia”, que algunos identificaron con la inhallable “de los Césares” (O´Donnell, Pacho: (2004) “El Rey Blanco”. Ed: Sudamericana, Argentina), ante este hecho María Justina Sarabia Viejo, profesora de la universidad de Sevilla en su obra citada comenta “Es interesante constatar que los náufragos de la nave perdida, lo mismo que en el caso de la expedición de Loaysa, pronto se dejaron cautivar por la llamada “leyenda de los Césares”, que se refería a las fabulosas riquezas de una urbe situada en las tierras patagónicas y que recibió su nombre de los compañeros de Francisco César que se perdieron durante el viaje de Magallanes y Elcano pero, curiosamente, no en esa área sino en la de las Molucas. Se entremezclaban así las tierras y los navegantes, siempre a la busca de míticas ciudades”. También Ernesto Morales en su libro”La ciudad encantada de la Patagonia” ed.: Teoría, Argentina, 1994 comenta que dos de los náufragos de la capitana: Pedro de Oviedo y Antonio de Cobos, alcanzaron Concepción donde relataron su odisea y afirmaron que a 41º de lat. Sur, junto a una gran laguna, existía una población inca donde todo era de oro, plata y piedras preciosas.
            Retomemos  el tema y nos preguntamos ¿qué pasó con las otras dos naves, la bautizada como “incognita” y la que logró pasar el estrecho?, siguiendo la Relación de la narración de la armada que envió el obispo de Plasencia, indica que el diario se interrumpe el 31 de enero y se retoma el 4 de Febrero comentando que vieron tierra (es decir que navegaban en mar abierto) y aparecieron ocho o nueve islas. Entre esas islas existe una gran Bahía que llamó de las Zorras en donde encallarían y permanecerán hasta el 3 de Diciembre de 1540, es decir por 10 meses en que salieron con buen tiempo del S y SW y rodearon la isla, donde "perdieron los berzas" (pequeños cañones) y luego el viento se hizo SW y "con él corrieron dos días a buscar la tierra del norte". El día 5 estaban en cuarenta y nueve y un sexto de grado de latitud S. De esta relación Ernesto Basilisco en su libro “La armada del obispo de Plasencia y el descubrimiento de las Malvinas”. Buenos Aires, deduce que el puerto que llamaron "Puerto de las Zorras", "pues había muchas de ellas", que las zorras (o zorros malvineros) eran abundantes en las islas, donde se les conoce con el nombre de "Warrah" corresponde a las islas Malvinas y no sólo por este hecho geográfico, sino también por la descripción paisajística que según este almirante, se describe en los papeles de este anónimo escribano: “Toda esta tierra es rasa, sin ninguna arboleda y muy ventosa y demasiado fría, porque durante ocho meses del año siempre nieva… y existe una turba muy sólida cuya capa tiene 2 ó 3 pies, hay patos, gansos, lobos marinos” sin embargo estos argumentos se ponen en duda por los historiadores ingleses que inciden que esta nave habría llegado al Canal Beagle, a quien pertenecían islas y bahía.

            La relación de bitácoras se interrumpe con su llegada a la isla de Santo Tomé en el golfo de Guinea ya que equivocaron la ruta y fueron a parar al cabo de Buena Esperanza y de ahí a la citada isla y posteriormente a España (Instituto Histórico de la Marina, “Colección de diarios y relaciones para la historia de los viajes y descubrimientos”, Madrid 1943 p. 20-23, cita obtenida del libro “Los obispos de Plasencia…”, óp.)




            De la tercera nave que atravesó el estrecho al mando de Alonso o Francisco Camargo (ya que al no existir suficiente información sobre esta nave, tan sólo por breves reseñas y en las que unas veces a parece como Alonso y otras como Francisco, si tenemos en cuenta la obra citada de una de los biógrafos de D. Gutierre de Vargas, Asunción Fernández Hoyos, óp.c.  indica que falleció antes que el prelado y que éste no ayudó a la familia de aquel, por consiguiente que habría vuelto a España, tal vez en la nave que denominamos “incognita” y que Alonso sería el que comenta  Diego Barros Arana en el Capítulo cuarto: Valdivia; su entrada a Chile. Fundación de Santiago (1539-1541) en su “Historia general de Chile”. Tomo primero “Cuando Valdivia en su marcha por el territorio chileno, se hallaba a pocas jornadas del valle de Mapocho, supo por los indios que una nave española recorría la costa vecina. Inmediatamente despachó a uno de sus capitanes, a Francisco de Aguirre, a comunicarse con los navegantes en el puerto de Valparaíso, donde se les suponía fondeado. Pero aquella nave no se había detenido allí más que algunos días, de manera que cuando Aguirre llegó al puerto, ya había partido aquélla con rumbo al norte. Ese buque, mandado por un oficial llamado Alonso de Camargo, formaba parte de una flotilla de tres embarcaciones que un año antes partiera de España para conquistar y poblar en la región del estrecho; y era el único que después de fatigas infinitas, había logrado penetrar en el Pacífico…recorrió las costas de Chile, tocó tierra un poco al norte del río de Lebu y después en Valparaíso y, por último, llegó al puerto de Quilca en el Perú. El torbellino de la guerra civil arrastró allí al capitán y a muchos de sus compañeros, y hasta hizo perderse la relación cabal de este viaje “.