Plasencia. Siglo XVI

Plasencia. Siglo XVI
Luis de Toro, médico e historiador

domingo, 3 de mayo de 2015

LA EDAD MEDIA PLACENTINA (I parte)

Si bien es cierto que los “hechos históricos” son una producción historiográfica en el sentido de que no existen en estado puro sino que son creados por el historiador en su proceso de trabajo, a partir de aquello de lo que las fuentes le informan; Información que, por otra parte, es obtenida a través de la interacción que ambos elementos- historiador y fuente establecen desde sus respectivas posiciones (Bermejo, J.C., 1987, pp.75-104) y en esta reflexión hacerles llegar hoy aunque sea en pinceladas históricas, momentos que quedan reflejados en esta época del siglo XIV, sin duda un siglo difícil en todos los sentidos, económicos, políticos, sociales... y más si cabe, cuando el ideal caballeresco ha cambiado una vez que las grandes conquistas militares han terminado y ahora estos mismos caballeros, miembros de un linaje vuelcan sus ojos a los cargos que hasta ahora habían ocupado las gentes que el “común” elegía en sus respectivas colaciones o parroquias ( San Martín y el Salvador), creando un patriciado urbano a finales de este siglo y contando además con la Instauración por parte del rey castellano Alfonso XI del regimiento (45 de San Esteban) que llevaría a la nobleza placentina a un continuo enfrentamiento de intereses como veremos.
            El siglo comienza para nuestro concejo con unos enfrentamientos por conseguir espacios en donde poder obtener nuevas fuentes de ingresos, nuevos mercados y para ello, tendrían que chocar con una orden militar que controlaba el puente en donde se bifurcaban dos de las más importantes vías de penetración hacia el norte de nuestra región, una hacia el puerto de Jalama ( la Vía Dalmacia) y la otra hacia Honduras (Vía de la Plata), éste era el puente de Alconétar, que en esta fecha de inicios del siglo XIV, estaba bajo la tutela de la Orden del Temple, quienes de su transitada vía obtenían pingüe beneficios, citemos algunos  de los impuestos de montazgos que percibían además de los de portazgos:
1 caballo por cada 5000 que pacían en sus cañadas.
1 maravedí de oro por cada 5000 ovejas.
1 maravedí de oro por cada 50 vacas.
            Indiscutiblemente la rivalidad con la otra orden, la de Alcántara que tenía bajo su control toda la amplia zona oeste de nuestra región, pleiteaba por hacerse con la única encomienda templaria que quedaba tras la toma de Alcántara por parte de ésta y de los concejos de Badajoz, Cáceres y Plasencia. Por este cúmulo de intereses nos veríamos envueltos en unos enfrentamientos directos entre el concejo placentino y los comendadores templarios del puente de Alconétar que tantas muertes ocasionaron, y que el rey Sancho IV tuvo que emitir a finales del siglo XIII un diploma disponiendo el terreno que cada una de las partes había de poseer y los límites que señalaba para quitar contienda entre el concejo placentino y los Templarios de Alconétar.
Esta orden, reclamaba del concejo placentino dos casas que poseía en la ciudad, casas que debían estar situadas cerca de la puerta de Coria al ser esta unas de las zonas de primera construcción y mirando hacia el núcleo más cercano a esta ciudad placentina.
 La investigación histórica estriba en descubrir si esta reivindicación por parte de los templarios eran ciertas y de ser así habríamos de estudiar también hasta qué punto la iglesia de Santa Magdalena puede desentrañar algunas verdades o equivocaciones con respecto a sus peticiones, la hipótesis de trabajo no está en hacer creer que esta iglesia sea o no templaria, sino que necesitamos investigar su construcción, sus paramentos, su bóveda y otros elementos constructivos para clarificar aún más su origen, dadas la peculiaridades que tienen y su antigüedad, piensen que hasta el siglo XVIII esta iglesia ha tenido culto y servicio así como capellán.
Este largo proceso acabará tras la disolución de la orden en 1310 pero el puente y todo su alfoz pasarán años más tarde, concretamente el 18 de septiembre de 1327 a la orden de Alcántara.
Con respecto a su disolución del Temple diremos que el Papa Clemente V ordenó a los metropolitanos de Toledo, Sevilla, Santiago y Lisboa que se reuniesen en concilio provincial, aunque más bien fue una reunión, para indagar sobre la conducta de los templarios, con facultad de procesarlos y prenderlos, si se les consideraban culpables, puesto que habían sido acusados ante el pontífice de gravísimos crímenes. En cumplimiento de lo prescrito, el 21 de octubre de 1310 se reunieron en Salamanca el arzobispo de Santiago de Compostela y los obispos de Lisboa, Guarda, Zamora, Ávila, Ciudad Rodrigo, Plasencia (don Domingo) Mondoñedo, de Astorga, de Tuy y de Lugo. En donde compareció el maestre del Temple en los reinos de Castilla y León, Fray Rodrigo Yánez junto con los principales de su orden. Tras una serie de investigaciones la asamblea provincial declaró que no encontraban culpabilidad en ellos y, aunque según la comisión pudieran absolverlos, por la reverencia del superior, remitían al Papa la sentencia. (González Cuesta, F. 2002)
            Sin lugar a duda esta disolución tenía más una finalidad económica y política que social. Al final la gran beneficiada de esta disolución sería sin lugar a duda la orden de Alcántara.
Otra orden de caballería, la de Calatrava, ocuparía una gran parte del alfoz placentino ya mediados del siglo XIII al no contar Plasencia con la suficiente población para poblar la zona comprendida entre  Mirabel y Grimaldo, aunque la jurisdicción siguió perteneciendo al concejo placentino.


EL TÉRMINO “LINAJE”
Así aparecería en las fuentes castellanas el término “linaje” refiriéndose a amplias agrupaciones de unidades familiares (bandas – linajes locales) (J. Mª Monsalvo, el sistema político concejil, el ejemplo del señorío medieval de Alba de Tormes y su concejo de villa y tierra. Salamanca 1988, p. 167). Esta unidad tiene un claro objetivo el hacerse con los órganos de poder, tanto civiles como eclesiásticos y no sólo en copar puestos de relevancia política y social, sino también económica a través de mecanismos para que se produjese un concentración patrimonial que garantizase la permanencia de la familia en el nivel aristocrático (M. Ladero Quesada, las ciudades de la corona de Castilla en la Baja Edad Media (siglos XII al XV. Madrid 1996, p. 36). Así la nobleza no tuvo ningún reparo en ir acomodando a sus hijos en cabildos y monasterios, como tampoco tuvo inconveniente en adjudicar una o más parroquias a sus hijos, valiéndose del derecho de patronato (Wilchelm Neuss. “La Iglesia en la Edad  Media”. Tomo III Madrid 1961. p. 435 y SS.)
            Por consiguiente la única posibilidad de sobrevivir en consideración social era el poseer y mantener la influencia sobre el órgano municipal concejil y cabildo catedralicio, para ello y en una maltrecha economía motivada por las malas cosechas, hambrunas, epidemias y guerras de este siglo XIV era el formar bandos o linajes así aparecerían en nuestra ciudad en esta centuria y posteriores los Monroy- Almaraz, Carvajales – Girón, Quijada – Almaraz, Vargas- Carvajal, Trejo – Nieto, Loaisas – Yangüas,  etc.
            Al término de este siglo muchas de las familias de la alta nobleza o “nobleza vieja” quedarían extinguidas y otras muy pocas se incluirían en la nueva nobleza “Trastámara”, familias desaparecidas: Aguilar, Haro, Castro, Lara entre otras treinta, esta última por extinción biológica. Las causas entre otras muchas: la paralización de la reconquista que hizo desaparecer perspectivas de enriquecimiento, el que todavía no estuviese presente la práctica del mayorazgo, las consecuencias de las crisis económicas y las pestes de este siglo, los estragos de algunas campañas sangrientas como las de Alfonso XI y posteriormente Pedro I, las persecuciones de este monarca que ocasionaron la desaparición de linajes enteros como los Haro, Meneses y Lara y también el exilio de familias petristas tras el advenimiento de Enrique II.

PROGROM.-
El año 1391 ve desatarse las crueles e injustas matanzas que asolan las juderías de Castilla, Cataluña y Valencia, en las que perecen miles de judíos. La presión antijudía se concreta con violencia en el siglo XV y se obliga a los judíos a llevar distintivos en la ropa. Las predicaciones de san Vicente Ferrer, la disputa de Tortosa entre judíos y cristianos y la Bula de Benedicto XIII, el Papa Luna, contra los judíos, aceleran la destrucción del judaísmo español. Las predicaciones del arcediano de Écija, Ferrán Martínez, fanatizan a las turbas que asaltan las juderías y dan muerte a miles de judíos. Lo ocurrido, al decir de López de Ayala, “fue cobdicia de robar, segund paresció, mas que devoción”.
            El cómo afectó estos sucesos históricos a nuestra ciudad al no poseer muchos documento escritos es difícil de calibrarlo pero si podemos aventurar una hipótesis de trabajo consistente en averiguar si esta pudiese ser cierta, en primer lugar, no nos cabe la menor duda que la llegada a Plasencia de los judíos ser realiza ya desde sus inicios como urbe al venir acompañando a nuestro fundador el rey de Castilla D. Alfonso VIII, siendo su médico personal de esta comunidad. Segundo que su instalación en la parte izquierda de la llamada primera fortaleza la “Mota” sobre lo que hoy es San Vicente Ferrer, tampoco nos cabe la menor duda ocupando la calle Ancha, desde la puerta Trujillo hasta la de Coria y tercero lo que conlleva a nuestra hipótesis de trabajo es que podemos apreciar una ubicación distinta ya en los inicios del siglo XV, esta se refiere a la zona comprendida entre el cañón del Marqués y la puerta Berrozana, ocupando la totalidad de la calle Zapatería y plazuela de Ansano en donde estaría la sinagoga, documentos que confirman estas circunstancias y que dan a conocer  compras de inmuebles e indicaciones de oficios como se pueden leer en algunos de los documentos históricos encontrados en el Archivo Catedralicio Placentino, ¿Este cambio de ubicación se produjo tras el levantamiento en contra de esta comunidad hebraica?, lo que sí es cierto es que su último lugar de habitación estuvo fuera de las murallas en el lugar conocido como el “Berrocalillo”, ya en tiempos de los Reyes Católicos.
            Por ultimo otro de los temas en investigación por mi parte es algo que se venía hablando en diversos foros de investigadores sobre la esclavitud en Castilla durante la Edad Media, tema este que Plasencia no está exenta ya que he podido cotejar la existencia de esclavos en nuestra ciudad, como se documenta en  el testamento de doña Sevilla López de Carvajal (que aquí presentamos) y que ocuparon el último puesto de la sociedad.
"Yt mando á Perico mi Esclavo al qual le doy que le liberten y sea libre con condición que hadeservir 10 años primero quele den la dicha libertad; los quales sirven á Juan de Carvajal mi hijo y despues delos dichos 10 años le bistan deun bestido de palmilla.."
(Texto extraído del Archivo Histórico Provincial de Cáceres.)
         El cambio de dinastía que se produjo tras la muerte de Pedro I en Motiel el año de 1367 por mandato de su hermano Enrique II el de las Mercedes, ocasionó levantamientos, motines, luchas y muertes en nuestra ciudad voy a referir estos hechos de nuestra ciudad tal y como se transcriben del legajo 98, extensión 38 del archivo histórico catedralicio de nuestra ciudad…

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