Plasencia. Siglo XVI

Plasencia. Siglo XVI
Luis de Toro, médico e historiador

domingo, 31 de mayo de 2020



Hola a tod@s acaba nuestro septuagésimo séptimo día y seguimos resistiendo.   
Un día más, un día menos (31/5/2020)

            En un momento histórico en el que ciertas ideologías y políticas discriminatorias, con fuertes referencias a un pasado mezquino, se están reactivando en todo el mundo, llega un virus que nos hace experimentar que, en un instante, podemos convertirnos en los discriminados, los segregados, aquellos atrapados en la frontera, los que traen enfermedades. Incluso si no tenemos la culpa. Incluso si somos blancos, occidentales y viajamos en primera clase. En una sociedad basada en la productividad y el consumo, en la que todos corremos 14 horas al día, detrás de no sabemos exactamente qué, sin sábados ni domingos, sin días rojos en el calendario, de repente se para todo. Encerrados en casa, días y días, contando las horas de un tiempo que ha perdido el valor, si acaso este no se mide en retribución de algún tipo o en dinero. ¿Sabemos qué hacer con él sin un fin específico?
            En una etapa en la que la crianza de los hijos, forzosamente, se delega a menudo en otras figuras e instituciones, el virus cierra las escuelas y nos obliga a encontrar soluciones alternativas, para unir a las madres y los padres con sus hijos. Nos obliga a volver a ser familia. En una dimensión en la que las relaciones, la comunicación y la socialización se juegan principalmente en el «no espacio» de lo virtual, de las redes sociales, dándonos la ilusión de cercanía, el virus quita la verdadera cercanía, la real: que nadie se toque, nada de besos, nada de abrazos, a distancia, en la fría ausencia de contacto. ¿Cuánto hemos dado por sentado estos gestos y su significado? En una fase social en la que pensar en uno mismo se ha convertido en la norma, el virus nos envía un mensaje claro: la única forma de salir de esta, es la reciprocidad, el sentido de pertenencia, la comunidad, sentir que se forma parte de algo más grande que hay que cuidar y que puede cuidar de nosotros. La responsabilidad compartida, sentir que de tus acciones depende no solo tu suerte, sino la de todos aquellos que te rodean. Y que tú dependes de ellos. Así que, si dejamos de hacer esta caza de brujas, de preguntarnos de quién es la culpa o por qué ha sucedido todo esto, y nos preguntamos qué podemos aprender de esto, creo que todos tenemos mucho en qué pensar y comprometernos. Porque con el cosmos y sus leyes, evidentemente, estamos profundamente endeudados. Y nos lo está explicando el virus a un alto precio.
            “En una fase social en la que pensar en uno mismo se ha convertido en la norma, el virus nos envía un mensaje claro: la única forma de salir de esta es la reciprocidad, el sentido de pertenencia, la comunidad”. (Francesca Morelli, psicóloga italiana)

Si te sientes cansado, solo, angustiado o inquieto, tiéndele tu mano  y apóyate en Él.

¡¡¡VAMOS PLASENCIA!!  ¡¡¡VAMOS ESPAÑA!!! 



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